B»H
Al igual que muchas madres, durante el verano paso mucho tiempo alrededor de la piscina con mis hijos. La semana pasada llevé a mis dos varones a nadar. El pequeño estaba practicando todas las cosas básicas con su profesora de natación: cómo respirar, cómo zambullirse, cómo flotar. Mi hijo mayor, quien pronto celebrará su Bar Mitzvah, nada como un pescado.
Mientras estaba sentada en la piscina mi esposo me llamó por teléfono. Me dijo, “el Sofer ya terminó los tefilín. Los va a enviar esta semana. ¡Mazal Tov!” Me sonreí y con lagrimas en los ojos observé a mi hijo mayor felizmente nadando en la piscina y al menor aprendiendo a nadar.
El Talmud en Kiddushin 29a enumera una serie de obligaciones que los padres tenemos hacia nuestros hijos. Hay cosas de naturaleza espiritual y cosas de naturaleza práctica. Entre ellas, darle el Brit Milá a nuestros hijos, enseñarles Torá, buscarles esposo/a y enseñarles un oficio. Luego, con una especificidad inusual y como fuera de lugar, menciona la obligación de enseñarles a nadar.
En ese preciso instante la profundidad de las palabras de nuestros sabios se me hizo claramente evidente. Redacté las siguientes “lecciones de natación” para mi hijo mayor.
1- Quédate en el agua
Cuando le preguntaron a nuestro sabio Rabi Akiva por qué arriesgaba su vida estudiando y diseminando las enseñanzas de la Torá, a riesgo de muerte en manos del imperio romano, el contestó con la siguiente parábola:
Un zorro astuto y hambriento se acercó al borde de un río. Al ver todos los peses nadando apresuradamente en el agua, les dijo: “Veo que tienen miedo de caer presos por los pescadores. ¿Por qué mejor no salen acá conmigo y así escaparán las redes de los pescadores?”
Pero los peses en tono de burla le contestaron al zorro astuto: “Cierto, dentro del agua, que es nuestra fuente de vida, corremos peligro. Pero si nos salimos del agua, moriremos con certeza.”
La Torá es nuestra vida, y así como los peces no pueden vivir sin el agua, nosotros no podemos vivir sin ella. ¿Nos salvaríamos de nuestros enemigos abandonando nuestra Torá?
La educación de Torá que has recibido en el colegio y en nuestro hogar te ha dado herramientas prácticas, no sólo para vivir una vida judía, sino para entender la vida. La Torá es vida. Quédate en ella.
2- Toma consciencia de tu respiración
En tierra seca, respiramos de forma casi inconsciente. Es algo natural. No es así cuando nadamos. Dentro del agua tenemos que utilizar nuestra respiración de manera consciente. Cuando lo hacemos, este respiro (al cual no le prestaríamos atención en otras circunstancias) se convierte en el mejor aliado de tu cuerpo y nadas mucho mejor.
“Y (Di-s) sopló dentro sus fosas nasales el respiro de vida.” (Génesis 2:7) Los cabalísticos nos explican que este soplo de respiración divina sugiere una conexión intima entre Di-s y el alma del ser humano. Esto es a diferencia del resto de la creación, la cual fue creada a través de una vía mas externa, la “palabra de Di-s.” Di-s sopló al hombre un alma que nos dice el profeta Job “es un pedazo de Di-s” mismo.
Toma conciencia del “respiro de Di-s” que posees y utilízalo para ayudar a tu cuerpo a salir adelante. Esta alma divina es el mejor aliado de tu cuerpo.
3- Zambúllete con la cabeza primero
Te puedes zambullir al agua como quieras. Pero te habrás dado cuenta que meterte con la cabeza primero tiene sus ventajas. No sólo tiene mucha mas gracia y causa menos salpullidos, sino que te permite ver el agua claramente al entrar en ella.
…por que el cerebro rige al corazón (como está escrito en Zohar) en virtud de su creada naturaleza innata. Porque el hombre fue creado así desde su nacimiento, de modo que cada persona pueda, con el poder de la voluntad de su cerebro contenerse y dominar el impulso de los deseos des su corazón…” (Tania Capt. 12)
En la vida puedes afrontar situaciones con tu cabeza o con tu corazón. Pero, afrontarlas primero con la cabeza tiene muchos beneficios. También en este caso, iras con mas gracia, harás menos salpullidos y veras con mayor claridad. Recuerda que es por eso que los seres humanos tenemos la cabeza sobre el corazón. ¡Zambúllete de cabeza primero!
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Observé a mi hijo mayor zambullirse, nadar y flotar en sus espaldas y “le dije:”
Lo que sea que hagas en la vida, nunca olvides que puedes flotar. Igual que el agua dentro de tu cuerpo te hace boyante, tú tienes el agua de la Torá que has adquirido y te hará flotar. Pero, para poder hacerlo tienes que mirar hacia el cielo. Mira hacia arriba, hijo mío, y flota. Nunca te ahogaras.
“Pronto estará nadando solo,” le dije a mi esposo… “espero y le pido a Di-s, que le hayamos enseñado como nadar.”
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