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Un mensaje de inspiración para la fiesta de Pesaj. “Shleppeando” o cargando espejos y panderetas: una perspectiva femenina sobre la redención.
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El “shlepp” o “shleppear” no es una cosa judía. Sino, una cosa de las mujeres judías – ¡digamos ¡es algo femenino! Dice la Mishná en Pesajím, “Bejol dor v’dor chayav adam lirot, et atzmo keilu hu yatza mi Mitzraim-” “En cada generation la persona debe de verse a si mismo como si hubiera salido de Egipto.” (Mishnah, Pesachim 10:5)
Nuestros sabios explican que esto es una directiva personal – tenemos que creer que nosotros, cada uno, individualmente, vivenciamos la Redención de Egipto. De hecho, la creencia en la redención es un pricipio fundamental en el judaismo, tan así que es uno de los “trece principios de fe” establecidos por el Rambám, Maimonides. Creemos en la redención. Somos llamados “maaminim, b’nei maaminim” – creyentes, hijos de creyentes.
El Talmud dice en Sota, que “por el merito – zchut- de las mujeres rectas de la generación, nuestros antepasados fueron redimidos de Egipto.”
¿Qué fue lo que hicieron las mujeres para recibir este mérito?
El Midrash pinta una imagen muy interesante. Durante el apogeo de la esclavitud de nuestra nación en Mitzrayim, Paró – el faraón – decretó que los hombres no podían volver en las noches a sus casas y tenían que permanecer en el campo trabajando. Las mujeres judías entonces pescaban peces, los preparaban y salían a darle de comer a sus maridos. Junto con el alimento, cargaban espejos de cobre, se adornaban y se miraban en sus espejos, seducíendo a sus maridos desalentados y quebrantados. H bendecía a las parejas y como resultado de sus esfuerzos en seducir a sus maridos, las mujeres quedaban embarazadas con partos multiples.
Como si esto no fuera suficientemente extraño, miremos lo que sucedió a continuación.
Cuando la nación judía estaba lista para construir el Mishkán (el tabernáculo en el desierto) y todos los judíos contribuyeron hacia su construcción con entusiasmo, las mujeres donaron sus espejos de cobre – esa fue su contribución. ¡Los mismos espejos que habían “shleppeado” – cargado – desde Egipto!
Moshé no quedo contento con esta contribución – de hecho no le pareció nada apropiada. Los espejos estaban relacionados con vanidad, con deseo físico y mas. ¿Qué lugar podían tener en la Casa Santa de Hashem? Sin embargo, Di-s le dijo a Moshe, “Acéptalos, pues estos espejos son mas preciados para Mi que cualquier otro regalo, pues através de ellos, las mujeres criaron generaciones en Egipto.” (Rashi sobre Shemot 38:8)
Ahora, no nos podemos olvidar de otra ocurrencia curiosa que ocurrió luego de que salimos de Egipto – la escena del baile de las mujeres después de la apertura del mar rojo. La nación entera alabó a Hashem con canto y baile. Pero, las mujeres? Las mujeres llevaron esta celebración a otro nivel… ¡usaron panderetas!
¿¡Que!? ¿De dónde salieron las panderetas? Alabando a las mujeres judías, el Midrash contesta que Miriam y las mujeres habían preparado estas panderetas en Egipto!
¡Osea! ¿Que no tenían suficiente shlep – suficiente que andar cargando – incluyendo por supuesto sus espejos de cobre? ¿No salieron con apuro? Y no olvidemos que habían tenido partos multiples – cada una tenía al menos seis hijos que shlep y cuidar. A ver, ¿quién tenía tiempo de preparar y empacar panderetas!?
Estos espejos y panderetas nos dan una vision profunda y poderosa sobre la redención y sobre nuestras vidas como mujeres judías mas allá del Seder de Pesaj. Las mujeres no fueron dignas de, responsables de, la redención de nuestro pueblo por que se embellecieron con espejos, ni por que cantaron y bailaron con panderetas. El mérito de las mujeres judías estuvo en lo que representan estos espejos y estas panderetas: su fe inquebrantable.
El entendimiento de una realidad mas profunda, una que no se percibe con los ojos físicos, sino a través del alma. Una realidad sobre la cual tomaron acción y la cual llamamos: Redención.
En los tiempos de Mitzrayim, las mujeres comprendían claramente que la redención era inminente. Podían ver mas allá de la realidad física, la cual honestamente apuntaba hacia otra cosa o se veía de otra manera. No lo dudaron. Tan así que tomaron un rol activo en hacer de esta Redención una realidad palpable.
Tal vez la situación parecía nefasta y oscura, pero esto no detuvo a las mujeres de moverse hacia adelante. Una fe firme en una realidad mucho mas profunda – la realidad divina, de Di-s, por decir. Fe que Di-s sí entregará lo prometido. Para ellas no había excusa alguna para darse por vencidas; solo había razones para seguir construyendo y seguir adelante en el camino de la redención.
Las mujeres no creían que iba a haber chance de celebrar; sabían que iban a celebrar. Por ende, se prepararon para la celebración. Nadie les pidio, nadie les dijo. Solamente creyeron. “Maaminim b’nei maaminim”
Pronto nos vamos a sentar en nuestros Seders de Pesaj a contar la historia de la redención previa, comer matza el pan de la fe. Esta experiencia está diseñada para afinar, sintonizar, nuestra perspectiva sobre la realidad actual.
La matzá, libre de todo, excepto los ingredientes mas básicos, representa la libertad. Todas podemos liberarnos de nuestras limitaciones, nuestros Mitzrayims personles. Mitzrayim es una palabra derivada de meitzarim, limitaciones. Nosotras, las descendientes espirituales de las mujeres de Egipto, nos podemos liberar de cualquier cosa que nos esta aguantando de ver el mundo desde la perspectiva de nuestras almas divinas.
Nuestras almas no están limitadas por la realidad física. Nuestras almas ven el mundo desde la perspectiva de Di-s. Con la resolución de actuar conmensurado a los deseos de nuestras almas, no obstante lo que la realidad física sugiera, podemos repetir el patrón de la primera Redención arquetípica. Entonces, será que en el mérito de las mujeres de nuestra generación, llegará la redención final. Y, yo, estoy lista para ella, independientemente de cuanto tenga que “shleppear” y cargar! Tu, estas lista?
¡Que tengan un Pesaj Kasher v’Sameaj!
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