Di-s quiere que seas RICA

Permíteme llevarte a través de esta transformación,
porque la relación con el dinero es compleja, y... ¡yo lo sé! 

El dinero y las finanzas personales son mi pasión. Pero eso no fue siempre el caso…
Tengo un título en Economía y un MBA. El dinero formó gran parte de mi vida profesional. Podía estructurar y negociar transacciones de millones de dólares para corporaciones. Pero, en lo que respectaba a mi dinero...

• Estados de cuenta y otros documentos financieros se quedaban acumulados y sin abrir encima del escritorio.  (Entiéndase que entre otros errores (“horrores”) financieros, las cuentas a veces ni se pagaban a tiempo.)
• El plástico era la única forma de pago que yo reconocía. “Efectivo? ¿Eso quién lo utiliza?”
  Leer mis estados de cuenta de retiro me mareaba. Al bote de reciclaje se iban.
• Transferir cuentas de retiro de un empleador a otro… “Suena complicado. Mejor me voy a hacer la manicura.” ¿”Hot tip” de acciones de la bolsa de un colega? "Pues, el señor suena como que sabe de lo que está hablando...”
• “¿Fondo de emergencia? ¿Qué es eso? ¿Te refieres a la American Express?”
• "¿Presupuesto? ¿Quién tiene tiempo?"
• Mi lema se podría simplificar como “si lo quiero, me lo compro.” (No es un buen lema, mi amiga.)

Y la lista continúa... 

Me gustaba gastar dinero. Pero, como temía que un día me quedaría sin él (digo, obvio… si sabía gastarlo muy bien), a menudo intentaba esconderlo de mi misma metiéndolo en vehículos de inversión no muy recomendables.

Mi estrategia financiera puede sumarse en una palabra: negación.
Y con esa negación también venía la pena y la vergüenza. “Por qué no puedo manejar esto?” “No es que estoy supuesta a ser ‘buena con el dinero’?”

Cuando mis finanzas se vieron afectadas durante la Crisis Económica del 2008, me vi obligada a ponerme mi falda de niña grande y trabajar en cambiar mi paradigma financiero y mi relación con el dinero. ¡Para bien y finalmente! Mientras más estudiaba, más me daba cuenta de que la parte de las finanzas era súper fácil. Entendía el lingo y las prácticas favorables y adecuadas. 

¿Pero, por qué, entonces, mi comportamiento no encajaba con mi conocimiento? Porque el dinero no es sólo números. El dinero es emocional. Y si quería realmente cambiar mis pensamientos, mis emociones, mi lenguaje y mi comportamiento alrededor del dinero, necesitaba algo más que leer libros de finanzas. Necesitaba accesar la sabiduría eterna de mi judaísmo. Y una vez lo hice, la verdadera transformación ocurrió.

Puedo decir con certeza que salí de la última Recesión una mujer cambiada - empoderada, capaz, calmada. ¡Y a su vez, más rica! Sí, gracias a Di-s ya me siento y veo que vivo en libertad financiera. 

Y si bien la crisis actual en muchos sentidos es peor que la del 2008, la he manejado de una forma totalmente diferente a como lo hice hace una década. Todo gracias a la forma profunda en que he integrado la sabiduría del judaísmo con prácticas financieras favorables. Ningún experto en finanzas te va a enseñar estas cosas, pero lo tienes en tu legado y lo puedes aprender con dominio. Y yo te enseñaré a descubrir esas enseñanzas y capitalizarlas.

¡Así es que si estás lista para la libertad financiera, acompáñame!